La mayor parte de la importancia de Timón se basa en su reputación como reportero, pero también fue responsable de uno o dos giros originales en la filosofía de su maestro, Pyrrho. Fue un virtuoso literario, componiendo en una variedad de formas en verso. Setenta y un fragmentos de su poesía sobreviven en citas de escritores posteriores, sesenta y cinco de ellos derivan de una obra, la Luego, una serie de parodias épicas en verso. La mayoría de ellos tratan de filósofos distintos de Pirrón, a quien Timón ataca con ingenio y brío, con frecuencia en aguda parodia del verso homérico; pero el propósito de Timón es exaltar a Pirrón a costa de ellos: "En verdad, ningún otro mortal podría rivalizar con Pirrón; tal era el hombre que vi, sin orgullo y sin estar sometido a todo lo que ha sometido a conocidos y desconocidos por igual, multitudes volátiles de personas, agobiado en todas las direcciones por pasiones, opiniones y leyes vanas "(Diels 1901, págs. 8 y 9).
Timón retrata a su héroe como un superhombre: "Viejo, ¿cómo y dónde encontraste escapar de la esclavitud de las opiniones y la sabiduría vacía de los sofistas? ¿Cómo rompiste las cadenas de todo engaño y persuasión? No te preocupaste por qué vientos pasan sobre Grecia, y de qué y hacia qué pasa cada cosa ”(Diels 1901, p. 48).
Esta hagiografía filosófica recuerda deliberadamente la de Sócrates (nótese el rechazo de las ciencias naturales en el último fragmento); Pirrón se presenta como un hombre aparte e inmune a las seductoras pretensiones del pseudoconocimiento. Pero en el verso se encuentra poco de sustancia filosófica genuina, aparte del rechazo de todo lo que huela a opinión dogmática: dogma insoportable con argumentos persuasivos, y la implicación de que tal rechazo trae consigo tranquilidad.
Pero Timon también escribió obras en prosa y un informe crucial de uno de ellos, Pytho, sobrevive en un fragmento de los aristóculos peripatéticos (alrededor del siglo I d.C.), que se conserva en un texto de Eusebio. Se informa que Timón dijo que cualquiera que busque la felicidad debería considerar estas tres preguntas: ¿Cómo son las cosas por naturaleza? ¿Qué actitud debemos adoptar hacia ellos? ¿Cuál será el resultado para quienes tienen esta actitud? Y continúa informando (controvertidamente) la respuesta de Pyrrho: Las cosas son indiferentes, inconmensurables e indecidibles; ni la sensación ni el juicio son definitivamente verdaderos o falsos; y así uno no debe ser obstinado, sino no comprometido e inquebrantable, diciendo acerca de todo lo que no es más de lo que no es, o que es y no es, o que no es ni no es. Una vez aceptado, el resultado es tranquilidad. En otras palabras, no sabemos cómo son realmente las cosas; y una vez que aceptamos esa incapacidad, no importa. Sin embargo, Pirrón de Timón, en contraste con los pirrónicos posteriores, afirmó estar proporcionando una verdad práctica, aunque escéptica; en su otro poema filosófico, ImágenesTimón escribe: "La historia de la verdad tiene una regla correcta, a saber, la naturaleza de lo divino y lo bueno, de la que se deriva la vida más equitativa para el hombre" (Diels 1901, p. 68).
El mismo poema contenía la línea: "la apariencia prevalece en todas partes, venga de donde venga" (Diels 1901, p. 70). Aquí Timón encapsula el principio central de la filosofía escéptica posterior, que no se puede cuestionar ni ir más allá del contenido de las apariencias. De nuevo anticipando un topos escéptico, en una obra Sobre sensaciones, escribió "que la miel es dulce no lo afirmo, pero acepto que lo parezca" (Diels 1901, p. 74).
En estos pasajes, quizás podamos discernir el filosofar independiente de Timón; y los informes de Sexto atribuyen puntos de vista al propio Timón en lugar de a través de él a su maestro. En Contra los Geometros, Sextus Empiricus ataca a los geómetras sobre la base últimamente platónica de que asumen como principios firmes lo que de hecho son meras hipótesis, en alusión a Contra los físicos como diciendo que uno debe investigar si algo debe aceptarse sobre la base de una hipótesis. Sextus no da contexto; pero el título del volumen de Timón sugiere que él no habría tenido la noción geométrica específicamente en mente, sino que se habría preocupado más en general por el estado epistémico de los supuestos postulados explicativos. También en esto anticipa los movimientos característicos del pirronismo posterior, en particular el encapsulado en el cuarto modo de Agripa.
Timón también se ocupó del tiempo. Sexto informa que argumentó en contra de la indivisibilidad del presente momentáneo sobre la base de que "ninguna cosa divisible, como devenir o perecer, puede llegar a existir en un tiempo indivisible" (Diels 1901, p. 76). El cambio implica un complejo de estados distintos: no pueden comprimirse en un presente sin partes. Que el presente fue puntual; ahora mismo era un principio del aristotelismo; la idea de que no puede ocurrir ningún cambio en un presente puntual es una característica de la paradoja de la flecha de Zenón. El argumento de Timón no fue, probablemente, muy original en contenido. Pero sí lo muestra adoptando material proporcionado por la tradición filosófica y volviéndolo hacia fines distintivamente escépticos, algo que era en sí mismo distintivo de la tradición escéptica posterior, y aparentemente no anticipado por nada de lo que sabemos en Pirrón. Por tanto, si el argumento de Timón no era original, el uso que se le dio puede que no lo fuera. Y aquí radica su contribución personal al desarrollo del escepticismo griego.
Véase también Agrippa; Escepticismo antiguo; Pirrón.
Bibliografía
Cama, r. Pirrón, sus antecedentes y su legado. Oxford; Nueva York: Oxford University Press, 2000.
Diels, H. Fragmentos de filósofos, poetas. Berlín: Weidmann, 1901.
Hankinson, RJ Los escépticos. 2ª ed. Londres; Nueva York: Routledge, 1998.
RJ Hankinson (2005)