SUCESIÓN DE MANTUAN, GUERRA DE LA (1627-1631). La muerte en 1627 del duque Vincenzo II sin herederos inmediatos sumió a los ducados Gonzaga de Mantua y Monferrato en crisis. El pariente más cercano de Vincenzo era Carlos, duque de Nevers, de una rama de los Gonzaga que se había establecido en la corte francesa. A pesar de su participación anterior en la revuelta contra la corona, los contemporáneos asumieron que la sucesión de Nevers aumentaría la influencia francesa en el norte de Italia. Sin embargo, el título de Nevers fue desafiado por Charles Emmanuel I, duque de Saboya, cuya familia había buscado durante mucho tiempo el segundo ducado de Gonzaga en Monferrato. En Mantua misma, Nevers se enfrentó a otro cadete de Gonzaga, Ferrante, duque de Guastalla. Charles Emmanuel apeló a España y acordó un tratado de partición con el gobernador español de Milán para la ocupación de Monferrato, que pondría la fortaleza clave de Casale en manos españolas. En Viena, Guastalla planteó dudas sobre la legitimidad de la herencia de Nevers, y en marzo de 1628 los territorios de Gonzaga, como feudos imperiales, fueron secuestrados en espera de la adjudicación del emperador. Aunque se comprometió a reprimir la revuelta protestante en casa, Francia proporcionó apoyo militar a Nevers y, a principios de 1629, las fuerzas francesas rompieron un sitio español de Casale. En 1630 la guerra giró a favor de España y el emperador, con el asedio y saqueo de la ciudad de Mantua, pero la invasión sueca de Alemania debilitó el compromiso imperial con Italia, y a finales de 1630 los españoles se vieron obligados a ceder. El Tratado de Cherasco (abril de 1631) ratificó la herencia de Nevers, aunque proporcionó una compensación territorial tanto para Saboya como para Guastalla. El éxito francés y el resentimiento español por el resultado allanaron el camino para la reanudación de la guerra abierta entre las dos potencias en 1635.