Plan de quinientos días

Las propuestas de reforma del sistema económico soviético comenzaron a surgir durante la década de 1960 y se introdujeron algunas reformas concretas. Todos estos esfuerzos, como las reformas de Alexei Kosygin en 1965, la nueva ley de empresas estatales en 1987 y el fomento de las cooperativas en 1988, implicaron básicamente retoques en los detalles. No tocaron los principales pilares de la economía soviética: estructuras de mando jerárquicas que controlan la actividad empresarial, toma de decisiones central detallada sobre la asignación de recursos y la actividad de producción, y precios fijos establecidos por el gobierno. La necesidad de reforma se hizo cada vez más evidente en los "años de estancamiento" de Leonid Brezhnev. Cuando Mikhail Gorbachev llegó al poder en 1985, las propuestas de reforma se volvieron más radicales, culminando con la formulación del Plan Quinientos Días, elaborado a petición de Gorbachov y Boris Yeltsin por un grupo de economistas reformistas capaces y progresistas encabezados por Academician Stanislav Shatalin y presentado al gobierno en septiembre de 1990.

El plan aceptó plenamente la idea de un cambio a una economía de mercado, como lo indica su subtítulo "transición al mercado", y estableció un calendario de cambios institucionales y de políticas para lograr la transición. Describió y aceptó abiertamente las instituciones de propiedad privada, precios de mercado, independencia empresarial, competencia como regulador, transformación del sistema bancario, estabilización macroeconómica y la necesidad de abrir la economía al mercado mundial. Especificó un calendario de pasos a seguir y proporcionó un proyecto de ley para respaldar los cambios. Uno de sus elementos más radicales fue la aceptación del deseo de las repúblicas de la devolución del poder central y refrendó su derecho a la independencia económica. Esta característica del plan fue fatal tras su aceptación, ya que Gorbachov no estaba dispuesto a aceptar una disminución del poder central.

Paralelamente al Plan Quinientos Días, un grupo del gobierno elaboró ​​una propuesta alternativa, mucho menos ambiciosa. Gorbachov le pidió al economista Abel Aganbegyan que fusionara los dos en un plan de compromiso. El plan de Aganbegyan aceptó la mayoría de las características del plan de quinientos días, pero sin horarios. Para entonces, sin embargo, ya era demasiado tarde. Yeltsin había sido elegido presidente de la república rusa y ya había comenzado a mover a la RSFSR por el camino de la reforma previsto en el plan Shatalin. Esto fue seguido en agosto de 1991 por el fallido golpe de estado para derrocar a Gorbachov, y en diciembre de 1991 por la ruptura de la Unión, poniendo fin a la relevancia del Plan Quinientos Días para una URSS unificada. Pero su espíritu y gran parte de su contenido se tomaron como base para la reforma en la república rusa, y muchos de los reformadores involucrados en su formulación se convirtieron en funcionarios del nuevo gobierno ruso. Las otras repúblicas siguieron su propio camino y, a excepción de las repúblicas bálticas, en general rechazaron la reforma radical.