Los cuarenta y Nueves

LOS CUARENTA Y NUEVES. El descubrimiento de oro en la Sierra en enero de 1848 trajo a California a cientos de miles de cazadores de fortunas durante los años siguientes: los cuarenta y nueve. El primero en encontrar oro intentó mantenerlo en secreto, pero el golpe era demasiado grande para ocultarlo. La noticia de la huelga llegó a Yerba Buena, en la bahía de San Francisco, en mayo de 1848. Inmediatamente, dos tercios de la población abandonaron lo que estaban haciendo y se dirigieron a los campos de oro. A medida que se corrió la voz por todo el mundo, personas de Europa, Chile, Hawai, China, México, Australia y, especialmente, del este de Estados Unidos convergieron en California. El noventa por ciento eran hombres, pero las mujeres también se unieron a la fiebre del oro.

Miles de personas viajaron por tierra, en vagones cubiertos, empujando carretillas, a caballo y a pie, un viaje de 3,000 millas que tomó de tres a siete meses. En 1849, unos 15,597 más llegaron a San Francisco navegando alrededor del Cabo de Hornos, 15,000 millas que requerían de cuatro a ocho meses. Una ruta más rápida atravesaba el istmo de Panamá, la mitad de la distancia y solo tomaba dos o tres meses.

Una vez en California, los cuarenta y nueve se encontraron en un país salvaje y rugiente. Había oro, pero encontrarlo requería un trabajo agotador, en competencia con miles de buscadores de fortuna cada vez más desesperados. No existía ninguna infraestructura para soportar a tanta gente. Ciudades como Hangtown, Skunk Gulch y Murderers Bar eran grupos de tiendas de campaña y chozas, y las mercancías más corrientes costaban su peso en oro. Lejos de casa, los cuarenta y nueve se unieron en clubes en busca de compañía y apoyo y con la promesa de un entierro adecuado. En muchas ciudades de California, el edificio más antiguo es el Odd Fellows Hall, que data de la fiebre del oro.

Pocos de los cuarenta y nueve se hicieron ricos. Algunos se fueron a casa. La mayoría se quedó y se instaló, en un lugar completamente cambiado. Como un maremoto humano, la fiebre del oro demolió la vieja California, barrió a los Californios y a los pueblos nativos por igual, y arrojó al estado de su tranquilo remanso al escenario mundial, todo en menos de ocho años.

Bibliografía

Bancroft, Hubert Howe. Historia de California. San Francisco: History Company, 1884-1890.

Holliday, JS Rush for Riches: Gold Fever y la creación de California. Berkeley: Oakland Museum of California y University of California Press, 1999.

Levy, JoAnn. Vieron al elefante: mujeres en la fiebre del oro de California. Hamden, Connecticut: Archon Books, 1990.

CeceliaHolanda