Johann Friedrich Adolf von Baeyer

El químico alemán Johann Friedrich Adolf von Baeyer (1835-1917) experimentó en el campo orgánico, logrando notablemente la síntesis del índigo. Recibió el Premio Nobel de Química en 1905.

Adolf von Baeyer nació en Berlín el 31 de octubre de 1835. Desde muy joven Adolf se dedicó al estudio de la naturaleza; por ejemplo, plantó semillas de dátiles en una serie de macetas que fueron alimentadas sucesivamente con leche, vino y tinta. El niño de 8 años que llevó a cabo tales esfuerzos estaba destinado a convertirse en un excelente experimentalista durante 60 años de liderazgo y a obtener muchos honores científicos.

Análisis de moléculas orgánicas

Después de amplios estudios en física y matemáticas en el Friedrich Wilhelm Gymnasium de Berlín, Baeyer fue a la Universidad de Berlín, donde siguió el mismo curso. Un año después, convencido de que la química sería su vida, Baeyer se mudó a Heidelberg para estudiar. Su investigación doctoral sobre compuestos orgánicos de arsénico se completó en 1858 e indicó su enfoque científico futuro: el análisis y síntesis de moléculas orgánicas.

En los nuevos laboratorios establecidos en el instituto Gewerbe de Berlín, Baeyer reunió un brillante círculo de químicos que rivalizaba con el grupo reunido por AW von Hofmann en la Universidad de Berlín. A este período pertenecen los estudios de Baeyer sobre el ácido úrico, que contribuyeron a esclarecer las diferencias bioquímicas en los procesos metabólicos de mamíferos y reptiles.

Los años de 1865 a 1885 se dedicaron a la minuciosa investigación de los tintes orgánicos, en particular el índigo, la alizarina y la isatina. Este trabajo contribuyó enormemente al crecimiento fenomenal de la industria de tintes alemana, pero no trajo recompensas materiales a Baeyer, quien compartió generosamente sus conocimientos y técnicas con sus estudiantes.

Otras investigaciones

Baeyer y sus alumnos también fueron pioneros en el estudio de poliacetilenos, sales de oxonio y la arquitectura interna de compuestos aromáticos y otras estructuras de anillo. Generalmente experimentalista, utilizó la teoría de la estructura de su amigo August Kekulé como base teórica sobre la que construir el trabajo de su vida. Baeyer propuso una fórmula "céntrica" ​​para el benceno y una teoría de la "tensión", que correlaciona la estabilidad de los compuestos cíclicos con los ángulos del anillo, para explicar las propiedades submoleculares de los compuestos complejos. Sus estudios sobre las reacciones de condensación de cetonas y aldehídos, además de su interés permanente por la fisiología vegetal, lo llevaron a proponer una teoría fotosintética que estimuló muchas investigaciones sobre este importante tema.

Baeyer estaba casado y era padre de cuatro hijos. Participó activamente en la Sociedad Química Alemana y ocupó algunas de las cátedras más prestigiosas del mundo académico alemán. Vivió para su ciencia, sus estudiantes y sus colaboradores. Estos incluyeron a Emil y Otto Fischer, Edward Hepp y Richard Willstäter, todos los cuales alcanzaron la clasificación más alta en el mundo químico internacional. Los 300 artículos importantes de Baeyer son uno de los grandes monumentos de la vida intelectual alemana.

Otras lecturas

La autobiografía de Baeyer, que cubre solo la primera mitad de su vida, no está disponible en inglés. El mejor relato breve de Baeyer es el ensayo de Richard Willstäter en Eduard Farber, ed., Grandes químicos (1961). Sus logros técnicos se tratan en Eduard Farber, La evolución de la química: una historia de sus ideas, métodos y materiales (1952; 2a ed. 1969), y en JR Partington, Una historia de la química, lleno. 4 (1964). □