intereses En el habla cotidiana, la palabra intereses tiene tres significados principales interrelacionados. Se puede decir que alguien está interesado en un tema, en el sentido de que despierta su atención o curiosidad. El uso ha tenido poca importancia especializada en las ciencias sociales. En su segundo uso, intereses pueden usarse como sinónimo de propiedad o inversiones. Este uso está estrechamente relacionado con un uso más generalizado, según el cual los intereses incluyen todo lo que contribuye al bienestar general o al cumplimiento de los propósitos de algún individuo. Estos últimos usos han sido muy influyentes en la filosofía y las ciencias sociales.
La filosofía política de Thomas Hobbes se basa en una visión materialista de la naturaleza humana según la cual la autoconservación es la motivación subyacente de toda acción. Esta visión de interés propio de la motivación humana también se asumió ampliamente en la disciplina de la economía política. David Hume, Adam Ferguson y otros la impugnaron por varios motivos. Los seres humanos eran sociales por naturaleza, de modo que no se podía hacer una distinción clara entre el interés propio y los intereses de los demás. Ferguson critica particularmente la asociación de los intereses con la riqueza económica y las posesiones materiales, argumentando que virtudes como el coraje, la honestidad y la lealtad son atributos mucho más valorados del yo y, por lo tanto, deberían ocupar un lugar destacado en cualquier consideración adecuada de los intereses.
A pesar de Ferguson, la tradición materialista de conceptualizar los intereses principalmente en relación con la riqueza material o el poder político y disociarlos de la esfera de valores y principios ha persistido, tanto en el sentido común como en las ciencias sociales y políticas. Sin embargo, un cambio significativo que tuvo lugar en el siglo XIX, especialmente en el contexto del materialismo histórico de Marx y Engels, fue la atribución de intereses a actores colectivos hipotéticos: clases sociales y fracciones. Posteriormente, esta práctica se ha generalizado en campos como la sociología industrial, la sociología política y la sociología de las profesiones, de manera que se aplique a cualquier grupo con ventajas económicas o sociales comunes identificables que proteger o desventajas que superar.
La gran utilidad del concepto de intereses es su aparente capacidad para vincular el análisis de las condiciones objetivas de vida de los individuos o grupos con sus patrones de creencias y acciones. Sin embargo, sigue siendo motivo de controversia si los intereses pueden atribuirse justificadamente a un individuo o grupo sin un conocimiento previo de sus creencias e intenciones. Si esto no se puede hacer, entonces gran parte del poder aparente de las explicaciones en términos de intereses se disuelve en el vacío. La mayoría de los sociólogos también argumentarían que el sentido de identidad social de un individuo debe preceder a su concepción del interés propio, y por esta razón los intereses sólo pueden definirse subjetivamente en lugar de (como algunos, especialmente ciertos marxistas, han afirmado) objetivamente. Ver también INTERÉS DE CLASE.