feudalismo bastardo. El término feudalismo bastardo, aparentemente inventado en 1885, ha llegado a adoptarse como una etiqueta conveniente para distinguir una estructura social diferente de su predecesora en el período posterior a la conquista. La esencia del sistema feudal original introducido por Guillermo I era que los arrendatarios de fincas u otras unidades sustanciales de tierra tenían obligaciones para con sus señores, de los cuales la lealtad, las demandas judiciales y el servicio militar eran los más comunes. Con el feudalismo bastardo, el vínculo entre un hombre y su señor no era de tenencia sino financiero, no hereditario sino personal; a menudo se hacía mediante un contrato escrito, un contrato de fideicomiso, mediante el cual un anticipo se comprometía, a cambio de una pensión, a asistir y viajar con su señor siempre que fuera necesario, debidamente armado y equipado.
La proliferación —si no el origen— de este patrón de relaciones coincidió con la Guerra de los Cien Años. Eduardo III y sus sucesores levantaron sus ejércitos invasores mediante contratos con señores y otros capitanes que se comprometieron a proporcionar cierto número de hombres montados y arqueros. A su vez, reclutaron parte de sus contingentes mediante contratos similares. A todos se les pagaría salarios de guerra: no eran ejércitos feudales. El núcleo de la compañía de un señor serían los hombres ya contratados para seguirlo "en paz y guerra". Por lo tanto, al rey le interesaba que los señores hubieran organizado compañías disponibles para el servicio militar, no solo para campañas en el extranjero, sino para emergencias como invasiones extranjeras o rebeliones internas.
Los peligros políticos de esta dependencia podrían reducirse mediante una buena realeza. Se ayudaba al orden público si los señores mantenían en orden a sus sirvientes, como arbitrando en sus disputas. Era de otra manera cuando los señores competían por el dominio regional, al igual que los duques de Norfolk y Suffolk, y los Neville y Percies, en un período de monarquía débil. La "librea y el mantenimiento" podrían debilitar la administración de justicia. En 1384, los Comunes parlamentarios se quejaron de que los malhechores esperaban escapar de las represalias gracias al patrocinio de los señores cuyas libreas de ropa o insignias llevaban. Los alguaciles y jueces de paz contratados por un señor no serían imparciales: los jurados podrían estar abarrotados o intimidados.
Para muchos terratenientes, la mejor salvaguardia disponible era tener el "buen señorío" de un protector noble convirtiéndose en su sirviente. Las aspiraciones sociales pueden haber ayudado a aumentar el séquito, porque los comerciantes y los inquilinos rústicos capaces de llevar la librea de un señor podrían describirse a sí mismos como "labradores"; mientras que los de posición más digna eran conocidos como "caballeros". Ambas descripciones personales se utilizaron ampliamente en el siglo XV, particularmente en las acusaciones de asambleas alborotadas. Finalmente, el feudalismo bastardo fue frenado, aunque no abolido, por la jurisdicción conciliar de Enrique VII y su estatuto de 15, que prohibía retener sin licencia real.
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