Fondo. Con el fin de la Revolución Estadounidense se produjo un torrente de historias en la nueva nación estadounidense. El primer escritor estadounidense en producir tal trabajo fue Jeremy Belknap, quien publicó el primer volumen de su Historia de New-Hampshire en 1784. Los contemporáneos de Belknap siguieron su ejemplo con historias de sus propios estados, incluida la de Samuel Williams La historia natural y civil de Vermont (1794) y Hugh Williamson La Historia de Carolina del Norte (1812). Estos historiadores escribieron en parte por un deseo natural de explicar los orígenes de su nueva nación. Para historiadores como Belknap y Williamson, esta empresa era más que una cuestión de investigación intelectual desinteresada. Reconociendo que los lazos que unían a sus diversos y contenciosos compatriotas aún eran frágiles, también buscaron inculcar un sentido más seguro de identidad nacional. Aunque estos historiadores se centraron en sus estados individuales, enfatizaron las cualidades que todos los estadounidenses compartían e hicieron que sus estados encarnaran rasgos nacionales.
David Ramsay. Uno de los primeros historiadores nacionales más prolíficos y respetados fue David Ramsay. Después de formarse como médico en Filadelfia, Ramsay se estableció en Charleston, Carolina del Sur, donde sirvió a la causa revolucionaria como miembro de la legislatura estatal y más tarde como delegado al Congreso Continental. Después de su primera obra histórica, La historia de la revolución de Carolina del Sur (1785), escribió una historia más general de la Revolución (1789), así como una biografía de George Washington (1807) y una historia de Carolina del Sur (1809). Para Ramsay, estos libros eran importantes para definir y crear un sentido unificado de identidad nacional, y esperaba que otros estadounidenses produjeran historias porque, "entusiasta como estoy por la unidad de nuestra república, deseo todo lo que tiende a unirnos como un pueblo que sabe que se estima y se ama ".
Consenso republicano. En sus libros, Ramsay trató de promover la unidad nacional al enfatizar el consenso que había existido entre los estadounidenses de la era colonial y la Revolución. En particular, señaló su compromiso compartido con los principios republicanos, que se remontan al primer asentamiento de las colonias. En su historia de la Revolución concluyó: "Los colonos ingleses fueron desde su primer asentamiento en América, dedicados a la libertad inglesa, sobre principios ingleses". A través de tal representación, usó la historia para combatir las divisiones sociales y seccionales que amenazaban con fragmentar la nueva república.