El lema "control de los trabajadores", popular entre los trabajadores rusos radicales durante la Revolución de 1917 y los primeros años del gobierno bolchevique, designaba un programa que se suponía que conduciría directamente al socialismo. El programa requería que el proletariado tomara y operara las fábricas de los capitalistas y planificara y administrara la producción y distribución en toda la industria rusa. El concepto tiene sus raíces en el socialismo europeo del siglo XIX y especialmente en el movimiento sindicalista, que propugnaba unidades económicas organizadas y dirigidas por trabajadores.
Inmediatamente después de la Revolución de febrero de 1917, las demandas por el control de los trabajadores comenzaron a extenderse entre los trabajadores activistas en las grandes empresas. El lema atrajo un apoyo creciente en el verano y el otoño de 1917 cuando las condiciones económicas empeoraron, los salarios reales cayeron y algunas fábricas cerraron, mientras que los trabajadores quedaron excluidos de otras plantas. Varios líderes bolcheviques abrazaron el control de los trabajadores ya en abril de 1917, y Lenin, reconociendo el amplio atractivo del eslogan, lo adoptó como parte de la plataforma bolchevique en junio, alentando su uso en la propaganda bolchevique.
En agosto, septiembre y octubre de 1917, los trabajadores tomaron algunas fábricas, y más después de que los bolcheviques llegaron al poder. Pero ante la escasez de suministros básicos, los mercados caóticos, el ausentismo laboral y los conocimientos técnicos y administrativos inadecuados, los propietarios proletarios tuvieron poco éxito en hacer que las fábricas volvieran a producir. Lenin pronto se amargó con la práctica del control de los trabajadores y, a principios de 1918, comenzó a centralizar la toma de decisiones económicas. También pidió una gestión unitaria o unipersonal (edinonachalie ) en industrias y empresas individuales, así como el uso de especialistas burgueses —ex ingenieros, técnicos y gerentes— para ayudar a operar las fábricas y revitalizar la economía. Aunque el control de los trabajadores se abandonó en gran medida, una facción dentro del partido bolchevique conocida como la Oposición de los Trabajadores hizo una campaña sin éxito durante 1919 y 1920 para que los sindicatos tuvieran un papel más importante en el funcionamiento de la economía soviética.