Carta de las ciudades

La Carta de las Ciudades (Carta sobre los Derechos y Beneficios para las Ciudades del Imperio Ruso) fue emitida por Catalina la Grande el 21 de abril de 1785, junto con la Carta de la Nobleza; su importancia se sugiere por el hecho de que la fecha era el cumpleaños de Catalina. También se redactó, pero nunca se publicó, una Carta para los Campesinos del Estado. Los tres estatutos tienen una estructura paralela, hasta artículos individuales, lo que indica que fueron concebidos como un cuerpo único de legislación que establece definiciones, deberes, derechos y privilegios para tres estados legales importantes.

La Carta tiene 178 artículos, de los cuales el artículo 123 comprende un Reglamento de Artesanos de 117 artículos. Sobre la base de leyes anteriores sobre administración urbana, la Carta instituyó una corporación urbana que comprende seis categorías de habitantes: (1) propietarios de bienes inmuebles (casas, tiendas, terrenos); (2) comerciantes en tres gremios (delineados por capital autodeclarado) ; (3) artesanos en corporaciones artesanales, (4) comerciantes de otras ciudades o gobiernos, (5) ciudadanos "eminentes" (por educación, riqueza o servicio público); y (6) residentes de mucho tiempo no calificados para otras categorías pero que se ganan la vida en la ciudad. Hay instrucciones detalladas para establecer la elegibilidad y compilar registros de todos estos grupos.

Cada categoría elegía representantes para un consejo municipal y un solo delegado para un consejo de seis miembros que administraba los asuntos entre las asambleas plenarias del cuerpo más grande. A las ciudades se les otorgaron derechos limitados para aumentar los impuestos, aunque en general se habló poco sobre las finanzas.

La Carta se aplica especialmente a San Petersburgo y Moscú, menos a las ciudades pequeñas que a menudo carecen de las seis categorías. Aún así, se instituyó, al menos en papel, en las más de cuatrocientas ciudades del imperio. La Carta fue reemplazada por una estructura de mando de la administración municipal por el emperador Pablo (1797), pero reinstituida por Alejandro I (1802). Como ejemplo de grandes principios aplicados en todos los ámbitos sin tener en cuenta las circunstancias locales, la Carta siguió siendo una base que funcionaba mal para la administración urbana hasta 1870, cuando fue reemplazada por la reforma de Alejandro II.