MERITOR SAVINGS BANK V. MECHELLE VINSON, 477 US 57 (1986), una decisión de la Corte Suprema que intentó por primera vez definir qué estándar debería usar un tribunal para determinar el acoso sexual bajo el Título VII de la Ley de Derechos Civiles de 1964. Las dos cuestiones principales eran si el reclamo de un demandante de El acoso sexual podría tener éxito si se basa en aspectos psicológicos sin una pérdida tangible de carácter económico, y si los empleadores son absolutamente responsables en casos de acoso sexual por parte de los supervisores.
Mechelle Vinson era empleada de Meritor Savings Bank bajo la supervisión del vicepresidente y gerente de sucursal, Sidney Taylor, y Vinson había obtenido varios ascensos por mérito. Vinson testificó que Taylor la invitó a cenar; propuso repetidamente relaciones sexuales, que llevaron a cuarenta o cincuenta ocasiones de coito; la acarició frente a los empleados; la siguió al baño de mujeres; se expuso a ella; y la violó en varias ocasiones. Al principio, Vinson se resistió, pero dejó de hacerlo por temor a perder su trabajo. Ella testificó que tenía miedo de denunciar los incidentes o utilizar el procedimiento de quejas del banco por miedo y porque tendría que hacer el reclamo directamente a su supervisor, Taylor. Ella dijo que Taylor dejó de acosarla sexualmente cuando comenzó a salir con alguien constantemente. Fue despedida por tomarse una licencia excesiva.
Posteriormente, presentó una demanda por acoso sexual por violaciones del Título VII. Tanto el banco como Taylor negaron las acusaciones de Vinson e insistieron en que el reclamo surgió de una disputa relacionada con el negocio. El banco afirmó que si las afirmaciones de Vinson eran ciertas, los gerentes ejecutivos del banco desconocían las actividades del supervisor y las llevaban a cabo sin su consentimiento. El tribunal federal de distrito sostuvo que para que prevaleciera un reclamo de acoso sexual, el demandante tenía que demostrar una pérdida económica tangible. El tribunal también sostuvo que el banco no era responsable de la mala conducta de sus supervisores. En ambos casos, el tribunal de circuito dio marcha atrás a favor de Vinson. El banco apeló a la Corte Suprema, que en una decisión unánime decidió por Vinson sobre el primer punto, pero sostuvo que los empleadores no eran automáticamente responsables del acoso sexual por parte de los supervisores. De manera similar, sin embargo, la ausencia de notificación a un empleador no aisló a la empresa de la responsabilidad por los actos de los supervisores. En tales casos, la cuestión era de hecho, que requería cumplir con la carga de la prueba. El caso colocó el acoso sexual que resulta en un ambiente de trabajo hostil en pie de igualdad con el acoso sexual que resulta en la pérdida del trabajo o promoción. Avisó a los empleadores de que deben revisar la conducta de los supervisores porque la mera ausencia de aviso de conducta inapropiada ya no es una defensa.
Bibliografía
Hartmann, Susan M. From Margin to Mainstream: American Women and Politics since 1960. Filadelfia: Temple University Press, 1989.
MacKinnon, Catharine A. Acoso sexual de mujeres trabajadoras: un caso de discriminación sexual. New Haven, Connecticut: Yale University Press, 1979.
tonyFreyer/Arkansas