El cardenal y erudito alemán Augustinus Bea (1881-1968) fue una figura clave en el Concilio Vaticano II, 1962-1965. Jesuita, se destacó por su piedad, erudición y postura progresista.
Augustinus Bea nació el 28 de mayo de 1881 en Riedböhringen, hijo de un carpintero. Estudió teología, filosofía y filología en universidades de Alemania y Holanda. En 1902 ingresó en la Compañía de Jesús y comenzó su larga carrera como estudioso del Antiguo Testamento. Sus intereses especiales eran las lenguas orientales, la arqueología y la doctrina de la inspiración a la luz de la crítica histórica moderna. De 1924 a 1959 Bea trabajó en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Fue cada vez más reconocido como un erudito eminente, y en 1943 aconsejó decisivamente al Papa Pío XII sobre una actitud positiva hacia la interpretación histórica crítica de la Biblia.
En 1959, el Papa Juan XXIII elevó a Bea al rango de cardenal. En 1960 lo nombró presidente del recién creado Secretariado para la Promoción de la Unidad de los Cristianos para el próximo Concilio Vaticano II. La unidad cristiana era uno de los intereses especiales de Bea, y ya en 1935 había asistido a un congreso de eruditos protestantes del Antiguo Testamento. A lo largo del Concilio, Bea contribuyó mucho a áreas tales como las fuentes de revelación, escatología, misiones, mariología, celibato, vida de órdenes religiosas y liturgia. Sus argumentos bíblicos e históricos tendieron a suplantar la visión jurídica de la Iglesia, que es estática y restrictiva, por la visión bíblica, que es dinámica y positiva. Desempeñó un papel importante en articular y hacer creíble el espíritu de la actualización (modernización). También ayudó a proporcionar una base viable para el diálogo ecuménico tanto en el nivel académico como en el no académico.
Aunque sostenía que el catolicismo romano era la única religión verdadera, Bea creía que desde un punto de vista bíblico el hombre puede alcanzar la salvación no solo a través del catolicismo, el protestantismo o las iglesias orientales, sino también a través del judaísmo o cualquier otra religión no cristiana. Hizo hincapié en que la libertad religiosa debe ser el modo necesario e integral de convivencia entre todas las religiones. Los observadores coinciden en que la adopción de la declaración histórica sobre el pueblo judío fue la preocupación especial de Bea. Murió a la edad de 87 años el 23 de noviembre de 1968 en Roma.
Otras lecturas
Bea publicó al menos cinco libros sobre temas relacionados con el trabajo de la Secretaría para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, pero el mejor resumen de su propia visión del Concilio está contenido en su rica documentación Ecumenismo en foco (1969). Un estudio completo de Bea es Bernard I. Leeming, Cardenal Agostino Bea (1964). Carlo Falconi, Papa Juan y el Concilio Ecuménico: Diario del Concilio Vaticano II, septiembre-diciembre de 1962 (trad. 1964), ofrece un retrato vivo de Bea. Se habla extensamente de él en Robert Blair Kaiser, Papa, concilio y mundo: la historia del Vaticano II (1963).
Fuentes adicionales
Schmidt, Stjepan, Augustin Bea, cardenal de unidad, New Rochelle, NY: New City Press, 1992. □