El explorador español Álvaro de Mendaña de Neyra (1541-1595) descubrió las islas Salomón y Marquesas. Los viajes de Mendaña y sus asociados en busca de nuevas conquistas hacia el sur pusieron fin a la fase española de la Era de los Descubrimientos.
Nacido en Zaragoza, Álvaro de Mendaña de Neyra era sobrino de un designado al virreinato del Perú. Mendaña fue puesto a cargo de una expedición al Pacífico Sur que zarpó desde Callao, Perú, a fines de 1567. Con él fue Pedro Sarmiento de Gamboa, un aventurero cuya campaña por la conquista del mítico Continente Sur (también llamado Terra Australis, aunque no tenía una relación precisa con la Australia actual) produjo esta expedición.
Detrás de la misión se esconden generaciones de especulaciones y sueños europeos. Ptolomeo Geografía, redescubierto por los europeos en el siglo XV, había señalado la existencia de una vasta masa de tierra del sur. Atraer a los exploradores a través del Atlántico fue la visión del Continente Perdido, o isla de Atlántida. Y una vez que llegaron al Nuevo Mundo, continuaron atraídos por la historia del Dorado, El Dorado. Ahora estas visiones recibieron una nueva vida gracias a las leyendas nativas peruanas. Sarmiento, autor del Historía de los Incas, recurrió a sus fuentes indias para obtener información sobre la exploración del Pacífico. Entre los mitos estaba la historia del navegante inca Paullu Tupac Yupanqui, cuyo viaje de nueve meses hacia el sur le había traído riquezas incalculables. Su codicia por estas mismas recompensas fue la base del viaje de Mendaña y Sarmiento.
Con sus dos barcos, los exploradores pasaron, pero no aterrizaron, en las islas Ellice; pero en 1568 descubrieron a Santa Isabel en las Islas Salomón. Desde allí se dirigieron a Guadalcanal, Malaita y San Cristóbal, donde fracasó el intento de fundar un asentamiento. Las matanzas españolas de isleños provocaron sangrientas represalias; el hambre española de oro quedó insatisfecha. En el verano de 1568, Mendaña inició su viaje de regreso de un año a Perú.
Mendaña esperaba volver a las Islas Salomón. Pero España, ahora desviada por su larga guerra naval con Inglaterra, estaba preocupada por aferrarse a las conquistas existentes en lugar de adquirir nuevas posesiones para que lobos de mar como Sir Francis Drake las saquearan. Así, no fue hasta abril de 1595 que Mendaña pudo partir de nuevo, esta vez con cuatro barcos y un complemento que incluía mujeres destinadas a ser esposas de futuros colonos.
La pequeña flota llegó a Magdalena en las Marquesas (el nombre del Marqués de Cañete, entonces virrey peruano) en julio de 1595. Los residentes polinesios fueron admirados y asesinados. Luego, el viaje prosiguió hasta su límite más lejano, la isla Santa Cruz, que todavía estaba muy por debajo del objetivo de Mendaña. Allí la expedición, desgarrada por las disensiones internas y reducida por las enfermedades y la guerra con los isleños, comenzó a desmoronarse. El propio Mendaña murió a mediados de noviembre. Los supervivientes fueron llevados a Filipinas por el piloto portugués Pedro Fernandés de Quirós (quien más tarde descubrió las Nuevas Hébridas). El hecho de que Mendaña no reconfirmara su descubrimiento original significó que las Salomón se perdieran permanentemente en España. Fueron redescubiertos solo en el siglo XVIII por el explorador inglés Capitán James Cook.
Otras lecturas
Para obtener información sobre Mendaña, la exploración del Pacífico y el Pacífico español, consulte JC Beaglehole, La Exploración del Pacífico (1934; 3ª ed. 1966); William Lytle Schurz, El Galeón de Manila (1939); y Boies Penrose, Viajes y descubrimiento en el Renacimiento: 1420-1620 (1952). □