Este tratado, también conocido como Acuerdo de Minsk, provocó el fin de la Unión Soviética. Fue concluido el 8 de diciembre de 1991 por el presidente Boris Yeltsin de Rusia, el presidente Leonid Kravchuk de Ucrania y el presidente del Soviet Supremo de Bielorrusia, Stanislav Shushkevich, quienes se reunieron en secreto en un centro turístico en Belovezhska Pushcha, a las afueras de Brest, Bielorrusia. Según la mayoría de los informes, los tres líderes no tenían un consenso común sobre el futuro de la Unión Soviética antes de la reunión, pero, una vez que se reunieron, decidieron archivar los planes para preservar algún tipo de estado soviético reformado, como lo prefería el presidente soviético Mikhail. Gorbachov, y en su lugar presionó por su disolución. En los días que siguieron, Gorbachov intentó en vano preservar la URSS, pero había poco apoyo de las masas o de la élite para que continuara existiendo, al menos en estas tres repúblicas.
El tratado señaló que "la URSS ha dejado de existir como sujeto de derecho internacional y una realidad geopolítica" y declaró que las actividades de los órganos de la ex URSS se interrumpirían en lo sucesivo. Sus redactores afirmaron la autoridad para hacer esto al señalar que Rusia, Ucrania y Bielorrusia fueron los tres fundadores originales supervivientes del estado soviético en 1922. En su lugar, estas tres repúblicas acordaron formar una nueva organización, la Comunidad de Estados Independientes ( CIS), que fue diseñado para fomentar una variedad de formas de cooperación económica, política, social y militar. Específicamente, los acuerdos garantizaron la igualdad de derechos y libertades para todos los residentes en esos estados, previeron la protección de las minorías étnicas y lingüísticas, reconocieron las fronteras de cada estado, enfatizaron la necesidad de control de armas, preservaron un comando militar unido y un espacio estratégico-militar común, y se comprometió a cooperar en el desastre de Chernobyl. Más tarde, ese diciembre, ocho ex repúblicas soviéticas más se unirían a la CEI, y el 25 de diciembre de 1991, la bandera soviética fue finalmente quitada de la parte superior del Kremlin.
Ningún participante ha presentado un relato definitivo y detallado de la reunión en Belovezhska Pushcha, y los acuerdos siguen siendo objeto de cierta controversia, particularmente en Rusia. En el momento de su firma, el acuerdo fue ampliamente celebrado, con solo cinco diputados en la legislatura rusa votando en contra de su ratificación, y Ucrania agregó doce reservas a su ratificación, dirigidas a debilitar cualquier tipo de nueva unión o mancomunidad. Sin embargo, a lo largo del tiempo, muchos, especialmente en Rusia y Bielorrusia, han disputado el derecho de los tres líderes a concluir este tratado y han lamentado la falta de un debate abierto y la participación popular en su conclusión. En marzo de 1996, la Duma rusa votó abrumadoramente para anularla, y esta acción llevó a muchos a temer posibles intentos rusos de restablecer la Unión Soviética o alguna otra forma de autoridad sobre otras repúblicas. Además, en la década de 1990 el acuerdo comenzó a perder popularidad entre la población rusa, que, según revelaron repetidamente las encuestas de opinión pública, comenzó a lamentar la desintegración de la Unión Soviética.